BIENVENIDOS


Me he decidido a escribir en este blog lo que me dé la gana, porque me da la gana y para que lo lean a los que les dé la gana. Según una de mis decenas de teorías, la gente que nos escucha (a los que padecemos de verborrea), lo hace, en la mayoría de los casos, por amor o por educación. Los primeros nos quieren y no nos quieren hacer ver que somos unos pedantes aburridos y a los segundos no les parece políticamente correcto mandarnos a la mierda, por lo que se quedan a hacer que escuchan. En ambos casos, ninguno está prestando atención, por lo que la necesidad de comunicación de todos los pensamientos que bullen en mi cabeza no se ve completada. Por este motivo he decidido escribir aquí lo que me dé la gana, entre otras cosas, mis teorías, comentarios sobre el último libro que he leído (o el que leí hace meses) o cualquier otra cosa que me apetezca, para que lo podáis leer aquellos que decidáis hacerlo, es decir, a los que os dé la gana.
Eso sí, que yo siga escribiendo en él, no depende de cuantos lectores tenga... sino de que me dé la gana hacerlo.
¡Un abrazo a todos!

viernes, 9 de diciembre de 2011

EL MUNDO DE SUSANA

 En el mundo de Susana las personas tenían los ojos cerrados. Sólo algunas personas abrían los suyos, y ante lo que veían, se volvían cuerdas. En el mundo de Susana el poder era lo más importante, más importante incluso que la vida de cientos de personas. Los más humildes se sentían poderosos acumulando bienes, compraban y derrochaban el dinero que no tenían, porque creían que eso les hacía más poderosos, y los más ricos luchaban entre ellos por tener más y más poder sobre los demás. A nadie le importaba si para conseguir su meta perjudicaba a una persona o a mil. Los políticos de este mundo, no sólo tenían los ojos cerrados, sino que además los apretaban fuerte para no abrirlos, e incluso algunos se grapaban los parpados para no sucumbir a la tentación, aunque por lo general, nadie quería hacerlo, todos eran felices con los ojos cerrados. Susana iba por su mundo con los ojos entreabiertos. Ella sabía que si se tomaba el tiempo necesario para ello, podría abrirlos del todo, pero tenía miedo. A través de la rendija abierta en sus ojos, Susana intuía una realidad triste, de engaños y torturas. Las personas que tenían los ojos cerrados disfrutaban de su locura y eran felices y ella quería hacer lo mismo, pero no podía porque ya había visto un poco de lo que sucedía en el mundo. Para Susana lo más importante de su vida eran los momentos que pasaba con su familia. Ella atesoraba cada uno de esos momentos en su corazón, como si se tratase de una caja fuerte, y cada vez que sentía miedo, abría su corazón y se refugiaba en esos momentos. Así que vivía fingiendo que tenia los ojos cerrados, intentando no perjudicar a los demás con sus actos y tratando de comprender porque sus semejantes actuaban de esa manera. Sabía que si conseguía reunir el coraje para abrir los ojos del todo, no podría volver a cerrarlos y eso sería horrible porque no podría volver a sonreír, no podría volver a pensar en su familia en los términos en los que lo hacía actualmente y sobre todo, no podría criar a sus hijos como lo hacían todos los demás. Susana no estaba segura de si esto era bueno o malo porque quería que sus hijos fuesen personas normales, pero sabía también que las personas normales eran absurdas, simples, cobardes que no se atrevían a abrir los ojos, como ella.
Susana encontró a una persona que tenía los ojos entreabiertos, pero un poco más que ella: "El sabio de la colina". Se trataba de un señor de edad indefinida. Cuando Susana se encontró con él, se dio cuenta de que, aunque su voz era la de una persona joven, la crudeza de sus palabras no tenía edad, podía tener mil años. Él le explicó que llevaba mucho tiempo intentando abrir los ojos, y compartía los miedos de Susana, pero se había atrevido a abrirlos un poco más y despacio, tomándose su tiempo, continuaba con su intención de abrirlos por completo. Susana le contó al sabio su dilema: "abrir o no abrir los ojos" y, aunque el sabio no le dio ninguna formula mágica, entendió a Susana, la comprendió y a ella le bastó con eso, porque en ese momento se dio cuenta de que su indecisión se debía más que a una simple cobardía, se trataba de amor por su familia. Susana temía perderlos en la cordura si abría los ojos.

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