BIENVENIDOS


Me he decidido a escribir en este blog lo que me dé la gana, porque me da la gana y para que lo lean a los que les dé la gana. Según una de mis decenas de teorías, la gente que nos escucha (a los que padecemos de verborrea), lo hace, en la mayoría de los casos, por amor o por educación. Los primeros nos quieren y no nos quieren hacer ver que somos unos pedantes aburridos y a los segundos no les parece políticamente correcto mandarnos a la mierda, por lo que se quedan a hacer que escuchan. En ambos casos, ninguno está prestando atención, por lo que la necesidad de comunicación de todos los pensamientos que bullen en mi cabeza no se ve completada. Por este motivo he decidido escribir aquí lo que me dé la gana, entre otras cosas, mis teorías, comentarios sobre el último libro que he leído (o el que leí hace meses) o cualquier otra cosa que me apetezca, para que lo podáis leer aquellos que decidáis hacerlo, es decir, a los que os dé la gana.
Eso sí, que yo siga escribiendo en él, no depende de cuantos lectores tenga... sino de que me dé la gana hacerlo.
¡Un abrazo a todos!

viernes, 24 de mayo de 2013

SUEÑOS COGIENDO POLVO

Todas esas canciones en el olvido, los libros en los cajones, las pinturas arrinconadas, todos esos sueños cogiendo polvo por la única razón de pertenecer a personas anónimas, desconocidas. 
Todos esas canciones que se pegan a tu mente, que tarareas aunque odias, los libros amontonados en los centros comerciales, que llegan puntualmente a la firma de su flamante autor, aunque nunca sean leídos,  las pinturas ahogando colecciones privadas, las ambiciones cumplidas, simplemente por pertenecer a personas conocidas.

Cualquier persona que sale por televisión, haciendo lo que sea que haga y siendo bueno o malo en su trabajo, decide un buen día que también puede cantar, escribir, pintar o cualquier cosa y lo hace. Da igual si lo hace bien o mal. Lo hace. Lo hace y su creación llega a todas las partes del país y parte del extranjero, sin importar si su música, literatura o pintura es buena o mala. Da igual. Deja de ser una creación y pasa a ser un producto. Se vende. Como corderos, todos lo compramos al precio que sea, porque nos gusta poder contar a nuestros amigos que lo hemos hecho.
¿Esto es justo?  Cómo nadie me contesta, lo hago yo misma, que para eso estoy: NO. No es justo, ni para ellos ni para el resto de personas que quieren hacerlo y no pueden porque no se les da una oportunidad.
No me malinterpretéis, en ningún caso digo que no se deba mostrar al mundo la obra de una persona conocida, ni mucho menos.  Lo único que digo es que debe de medirse por el mismo rasero que el resto. Sinceramente he leído bazofias escritas por personas conocidas, que además tienen la posibilidad de anunciar su publicación a bombo y platillo apareciendo en todos los programas televisivos habidos y por haber. Las he terminado porque odio dejar un libro a medias y porque tenía la esperanza de que la cosa mejorara, aunque fuera justo al final, pero no, no lo ha hecho. También he leído, hasta las tantas de la madrugada sin poderme despegar de la lectura, novelas que personas anónimas ofrecen gratuitamente en los foros o los blogs, porque nadie les ha dado una oportunidad para publicarlas.
En pleno siglo XXI, seguimos en un sistema en el que lo que funciona es el amiguismo, el peloteo y el dinero por el dinero. Está claro que si los únicos que tienen la oportunidad de ganar dinero, son los que ya lo tienen, los que no lo tenemos seguiremos así siempre. Y lo más triste es que la mayoría de las personas anónimas te enseñan su obra gratis, porque lo único que quieren es que lo escuches, lo leas, lo mires, que disfrutes con ella como disfrutaron ellos creándola, porque así es como su obra vive, mientras que los que están forrados te venden un truño por una pasta solo por enriquecerse un poco más y somos tan patéticos que preferimos comprarlo porque pensamos que cuanto más dinero cueste mejor será.

Con todos mis respetos a esas personas anónimas o no, que tienen un talento excepcional para hacernos vivir a través de su obra, sea cual sea. Gracias a todos ellos.

viernes, 10 de mayo de 2013

Cuando abrí los ojos. Capítulo 2.

Me levanté de la cama, no sin dificultad. Con una mano agarré mis magulladas costillas y alargué la otra intentando encontrar los límites de mi encarcelamiento. No sabía dónde estaba ni que dimensiones tenía el lugar, así que me dispuse a palpar las paredes en busca de alguna puerta o ventana, preferiblemente puerta, pues no me veía con ánimos ni fuerzas para saltar por la ventana vete tú a saber de qué piso y a ser posible que estuviera abierta. Mientras en mi cabeza razonaba que eso iba a ser mucho pedir, mi mano tocó por fin la pared. De acuerdo, había contado dos pasos, el lugar no era muy ancho. Continué andando despacio sin dejar de tocar la pared para hacerme una idea de cómo sería la estancia. Después de seis pasos toqué la esquina, giré y continué andando. Otros dos pasos y choqué con algo. Me agaché palpando hasta encontrar la superficie de algo blando: la cama. Estaba claro que la estancia no era muy grande, pero tenía que haber pasado algo por alto. Volví a repetir la operación, andando con la mano pegada a la pared. Esta vez utilicé las dos manos, pendiente de encontrar algún resquicio que delatara una salida. Tenía que haberla, por alguna parte había entrado. Después de dar dos vueltas completas a mi minúscula cárcel, me convencí por fin de que no encontraría ninguna puerta, al menos en el sitio donde debería estar. Reuní todas las fuerzas que pude y con un gruñido provocado por el dolor de mis maltrechas costillas, me agaché y comencé a andar a cuatro patas, palpando el suelo en busca de alguna trampilla. Una vuelta, dos vueltas, tres vueltas a gatas. La desesperación más absoluta iba inundando mi cuerpo a medida que giraba sobre mis rodillas y comprobaba que no había ninguna grieta en el suelo que delatara la presencia de una trampilla. Me puse de pie con dificultad, intentando mantener la calma, respirar pausadamente y me dispuse a explorar mi última y única opción: el techo. La salida tenía que estar ahí.