Por si no resulta ya bastante
complicado volver al trabajo después de un permiso por maternidad, levantarse a
las cinco de la mañana para darle la última toma de pecho a un bebé de escasos
cuatro meses que apenas te ha dejado dormir y salir de casa rumbo a una oficina
a hora y media de distancia, el viaje en lugar de culminar con una alfombra
roja, lo hace con un camino de piedrecitas cortantes, tanto en el paseo como en
las empinadas escaleras al más puro estilo “caminocabras”, y rodeado de un
follaje que se mece con los movimientos de sus habitantes, entre otros, las
ratas. Sí, las ratas de tamaño de un jabalí y los insectos que parecen
helicópteros sobrevolándote y haciéndote sentir como un vulgar King Kong. Ese
es el colofón de mi camino matutino y la forma en la que recibo el final de mi
jornada laboral…
No estoy hablando de un camino
poco transitado o ubicado en un pueblo perdido de la mano de Dios, estoy
hablando del acceso a la céntrica estación de Chamartín. ¡Que se dice pronto!
Señora Carmena, por favor, los
trabajadores de la zona se lo rogamos, haga honor a la canción “Con Carmenatodo va bien” y adecente
el camino, que en lo que va de semana me he cargado dos pares de sandalias con
el dichoso empedrado y el sueldo no me da para más. En la empresa nos exigen llevar un calzado
más "apañao" que unas deportivas y me toca ir en pantalón de vestir o incluso con
un vestido y enfundada con mis deportivas, mientras los zapatos de tacón hacen
compañía al saca leches, biberón y neverita, además de varios útiles e inútiles
que ocupan mi bolso y que me están dejando el hombro derecho para el arrastre…
Intente usted venir a trabajar
todos los días medio dormida después de estar cuidando de un bebé toda la
noche, con un quintal en el hombro, sobrepeso por los kilos ganados en el
embazo, a hora y media de su casa y su bebé y ponerle de colofón un camino
empedrado, empinado y habitado por animalitos hostiles. No le pido que lo ponga
bonito, ni que se gaste un dineral, nos conformamos con que el suelo esté llano
y no se nos claven las piedrecitas como si camináramos sobre cristales cual
faquir, se aseé un poco los laterales del camino y se desaloje a los
inquilinos indeseados, que ya harán otra ocupación. Vamos, lo básico para que podamos venir a
trabajar con dignidad y los zapatos enteros.
No voy a dejar pasar la ocasión
sin comentar que no estaría mal que se apañase un poco la cosa como para que no
se las vean crudas las mamás/papás con los carritos de los bebés y los discapacitados
físicos, que no tienen ninguna manera de acceder por esa salida, teniendo que
dar un rodeo de tres pares de narices para subir por una rampa de parking,
también empedrada y en no muy buenas condiciones, aunque esa ya será otra
lucha…
Muy agradecida por su atención,
LQMDLG