BIENVENIDOS


Me he decidido a escribir en este blog lo que me dé la gana, porque me da la gana y para que lo lean a los que les dé la gana. Según una de mis decenas de teorías, la gente que nos escucha (a los que padecemos de verborrea), lo hace, en la mayoría de los casos, por amor o por educación. Los primeros nos quieren y no nos quieren hacer ver que somos unos pedantes aburridos y a los segundos no les parece políticamente correcto mandarnos a la mierda, por lo que se quedan a hacer que escuchan. En ambos casos, ninguno está prestando atención, por lo que la necesidad de comunicación de todos los pensamientos que bullen en mi cabeza no se ve completada. Por este motivo he decidido escribir aquí lo que me dé la gana, entre otras cosas, mis teorías, comentarios sobre el último libro que he leído (o el que leí hace meses) o cualquier otra cosa que me apetezca, para que lo podáis leer aquellos que decidáis hacerlo, es decir, a los que os dé la gana.
Eso sí, que yo siga escribiendo en él, no depende de cuantos lectores tenga... sino de que me dé la gana hacerlo.
¡Un abrazo a todos!

viernes, 18 de enero de 2013

Cuando abrí los ojos. Capitulo 1

Abrí los ojos. La negrura más absoluta inundaba la habitación. Volví a cerrarlos. Mi oscuridad interior, esa que se encontraba detrás de mis parpados, se me antojaba más amistosa, más familiar. Intenté recordar qué había pasado el día anterior, dónde me encontraba, pero mi mente parecía estar inmersa en un humo denso, pegajoso. Me giré en la cama y una punzada de dolor cruzó mi torso. No pude reprimir un gemido cuando mi mente decidió desperezarse por mí y todo el humo que la envolvía se despejó de un plumazo. Las imágenes se agolpaban en mi cabeza. De pronto todos los recuerdos encontraron un orden y las lágrimas brotaron de mis ojos al recordar lo ocurrido. Malditas lágrimas, que no sólo recuerdan los hechos, sino que también recuerdan el dolor físico. Y como si de una película se tratara, se me permitió volver a ver, volver a vivir toda la humillación sentida. Hubiera preferido un millón de veces no recordar, mantenerme en la más absoluta de las ignorancias, no tener que volver a pasar por todo aquello otra vez. No volver a tener que ver su cara, su expresión otra vez.

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